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Lucrecia Martel, conoce a esta cineasta argentina

El mundo del cine, como casi toda la sociedad en general hasta hace muy poco, era mayoritariamente masculino. Claro que había actrices, y muchas de ellas fueron grandes estrellas, pero tras las cámaras, en los papeles de dirección, producción y demás, la presencia masculina era apabullante, y a día de hoy sigue siendo muy grande la diferencia entre las mujeres que dirigen y los hombres, aunque es cierto que la brecha cada vez se está cerrando más y más. Gracias al éxito de muchas cineastas en los 90 y 2000, hoy por hoy tenemos a mujeres dirigiendo grandes superproducciones, series de éxito, películas muy taquilleras y por supuesto, también proyectos más personales y de autor, donde parece que las cineastas se han sentido siempre más a gusto, en un estilo que está más cerca de sus inquietudes dramáticas o de comedia.

De las muchas voces prominentes dentro del cine femenino encontramos a una en nuestro país que ha llamado especialmente la atención en el extranjero y que se ha convertido, para muchos, en una de las mejores cineastas de este siglo. Hablamos de la salteña Lucrecia Martel, que con tan solo cuatro cortometrajes en veinte años ha conseguido colocarse en boca de muchos por su manera tan especial de entender el cine, y por dotar a sus historias, que ella misma escribe, con una voz muy particular y peculiar. Es cine femenino, con todas las letras, pero no siempre centrado en las mujeres o en sus historias, porque también es interesante entender el punto de vista de una directora sobre un género o un asunto normalmente tratado por hombres. Lucrecia Martel es bien reconocida entre los amantes del cine de autor en todo el mundo, pero es cierto que a veces incluso en su propio país puede pasar algo inadvertida. Por eso, en este artículo, queremos darte a conocer todo sobre esta directora multipremiada.

Sus inicios en el cine

Martel nació en Salta en 1966 y entendió muy pronto que su vida iba a girar en torno al cine, a contar historias a través de la cámara. Se mudó a Buenos Aires para formarse en la Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica, donde coincidió con algunos directores que posteriormente también serían muy reconocidos. Comenzó a rodar sus propios cortos a finales de los 80, y durante toda la década de los 90 se dedicó a pequeñas producciones, incluyendo una serie para televisión, DNI, estrenada en 1995. Pasó por varios programas, como realizadora y guionista, antes de dar el paso al largometraje con La Ciénaga, en 2001, una película que fue alabada y premiada en certámenes tan importantes como el Festival de Sundance o la Berlinale, y que puso su nombre en boca de todas con su debut en el largo.

Trabajos más destacados

Sin lugar a dudas, La Ciénaga supuso la mejor carta de presentación posible para Lucrecia Martel. Una historia familiar donde se entretejen las relaciones entre diferentes generaciones, padres, hijos, tíos y sobrinos, y que destaca por la sobriedad en la puesta en escena, así como por lo bien perfilados que están los personajes. La película fue nominada al Oso de Oro en Berlín y ganó premios en Sundance, La Habana y Tolouse, lo que permitió que la carrera de la directora argentina despegase en ese momento. Su segunda película, La Niña Santa, se estrenó en 2004, cosechando también un notable éxito en Cannes. La historia de una niña mística que trata de salvar el alma de un prestigioso doctor se nos muestra cruda y desgarradora.

El tercer largometraje de Martel se tituló La Mujer Sin Cabeza, un thriller de suspense protagonizado por una mujer que, en un despiste, atropella “algo” en una carretera. Pensado que ha sido simplemente un perro, se olvida del asunto, hasta que nuevas revelaciones le hacen preocuparse de nuevo por él. La última película de Lucrecia Martel ha sido Zama, una película histórica basada en la conocida novela, donde se narra el devenir de uno de los conquistadores españoles que llegó al Río de la Plata. Estrenada en 2017, es uno de sus trabajos más reconocidos, tanto que consiguió encumbrarla como directora del jurado en el Festival de Cine de Venecia en 2019.

Su estilo como directora

Lo  que caracteriza a Martel por encima de todo lo demás es la crudeza con la que muestra las relaciones entre sus personajes. La propia directora afirma que, más allá del género que se desarrolle, sea comedia, drama, terror o ciencia ficción, cuando se escribe una historia se toma de lo que se conoce, de lo que se tiene alrededor. Esa es la arcilla con la que ella misma construye su mundo en las películas, alterándolo, por supuesto, y dotándolo de una crudeza que nos resulta irresistible. Los decorados, los espacios especialmente cerrados, forman parte también de la propia visión que Martel tiene a la hora de representar sus historias, las emociones de sus propios personajes, a través de la deconstrucción de los escenarios donde ocurren las escenas.

A pesar de mostrar las relaciones de los personajes de forma cruda, la intención de Martel es crear figuras que no sean claras, que no entren en maniqueísmos de bueno o malo por defecto. La opacidad de los personajes, de sus pensamientos y sus secretos, es sin lugar a dudas una de las bases de su cine. La influencia de David Lynch parece evidente, más en ese tipo de construcciones de relaciones y personajes que en el propio estilo, aunque también se deja ver algo del directo norteamericanos en las películas de Martel, sobre todo en sus primeros trabajos. Es un cine totalmente personal que funciona porque la propia directora también escribe sus guiones y sus historias.

Un ejemplo para muchas mujeres cineastas

Martel consiguió hacerse un hueco en el panorama del cine de autor internacional, siendo una de las directoras latinas más importantes de la industria y demostrando que hay sitio en Argentina para mujeres valientes y decididas a contar sus historias a través de la cámara. Galardonada con varios premios Cóndor de la Academia de Cine, Martel es un ejemplo perfecto para todas esas chicas que desean convertirse en directoras y que sueñan con rodar sus propios largometrajes. Ella lo hizo ya con cierta madurez y con trabajos importantes a sus espaldas, pero supuso la punta de lanza de una nueva generación de jóvenes con ganas de demostrar su talento.